Este, es uno de los escenarios más catastróficos de los últimos años y, a criterio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pandemia está lejos de terminarse.
En medio de esta crisis mundial, hoy es más evidente la importancia de las vacunas, pues, pese a la oposición de muchos grupos en todo el mundo, no hay duda de que son las herramientas más eficaces, seguras y económicas para la salud pública mundial y para salvar millones de vida, cada año.
Es claro que su papel ha sido trascendental para la erradicación de grandes enfermedades. Gracias a su aporte, alrededor de tres millones de vidas se salvan cada año y, pese a que, por el momento, no se ha logrado desarrollar vacunas contra algunos de los principales flagelos de la humanidad, si la comunidad científica continúa trabajando como lo ha hecho, en el futuro podríamos contar con vacunas contra la diabetes, la hipertensión, los lípidos y el Alzheimer.
A pesar del evidente beneficio que las vacunas han traído, durante los últimos años grupos opositores han manifestado su rechazo a las vacunas, por considerarlas perjudiciales para la salud, cuando en realidad, son la herramienta más eficaz para la prevención de enfermedades como tuberculosis, polio, difteria, tétanos, tosferina y sarampión, entre otras.
Hoy, todos esperamos ansiosos, la llegada de la vacuna contra el temido COVID-19, porque tenemos claro, que, sin ella, las consecuencias a cierto plazo, serían más catastróficas.
Entonces, es este el momento más oportuno para recordar que, sin la existencia de las vacunas, no podemos vivir. Sin ellas, no podríamos enfrentarnos a enfermedades graves y la esperanza de vida de toda la humanidad, se vería reducida.
Lamentablemente, el apoyo para el desarrollo de vacunas, es, a menudo, influido por razones políticas, económicas y de mercado. Actualmente, existe un sector de la población, que ha manifestado su rechazo para que sus hijos reciban vacunas, y esto obedece a falta de información, noticias falsas, mitos o creencias.
Este tipo de posturas, han sido consideradas por la OMS, como una de las 10 principales amenazas contra la Salud Pública y como no, si están generando miedo, dudas e incertidumbre, mediante el uso de información sin carácter científico.
Debo dejar claro que, como todo medicamento, las vacunas pueden producir eventos adversos, pero la mayoría son muy leves. Incluso, las reacciones graves son sumamente raras y los beneficios superan, indudablemente, los riesgos.
Por ejemplo, es 10.000 veces más probable el daño cerebral ocasionado por sarampión, que por una vacuna. Estos datos son productos de años de estudios y de la vigilancia constante de organismos nacionales e internacionales, que supervisan y garantizan la seguridad de las vacunas para la población mundial.
Por eso, como científico que ha dedicado su vida a buscar la cura y prevención de enfermedades, como el cáncer, hoy quiero hacer un llamado a la calma y al apoyo absoluto para el desarrollo de vacunas.
Todos esperamos que esta pandemia termine, pero para ello, es indispensable la llegada de una vacuna, la cual, debe priorizarse para trabajadores de la salud y grupos de riesgo. Una vez creada y aprobada, su producción masiva y distribución a las poblaciones que la requieren, será el mayor reto.
Doctor Rolando Herrero Acosta
Director Científico de la Agencia Costarricense
de Investigaciones Biomédicas